La planta siempre busca el modo de abrir la tierra, alzarse y florecer. Reconoce que no todo es flor. Tallo, hojas, raíces no tan vistosas, pero no menos necesarias, también hacen parte de ella, también las reconoce, las nutre y las suelta cuando su ciclo ha terminado.
Y sin embargo ella no es tierra, ni agua, ni sol.
Faltando alguno de estos elementos, la planta resiste, sobrevive, pero no crece, sus flores serán débiles y un día dejará de florecer. Cuando esto sucede, la planta más aguerrida busca el sol creciendo hacia donde lo halle, su destino es su luz; sus raíces se aferran a la tierra y buscan la humedad. Sí esto no fuera suficiente, la planta más humilde alzará sus hojas, pedirá ayuda y, sin duda, la recibirá.
Otras con más resignación y orgullo, se quedan sobreviviendo en su mediocridad y con el tiempo olvidan que dan flor. Se convierten en ausencia.
La flor: hermosa, majestuosa y poética, en su ciclo más corto y efímero, no trata de aferrarse a la vida, solo se dedica a ser bella, muy bella porque presiente su corta existencia. Ella expresa todo su encanto, porque sabe que nace para darle un tinte diferente a la existencia de la planta. Y sí, puede que la planta florezca constantemente y se sienta viva y llena de gracias, pero siempre habrá un período en el cual no hay flor, no se muestra la magia; durante estos períodos la planta no se queja, no se tortura, ni desfallece. Solo se dedica a seguir construyendo para volver a florecer, también podrá trabajar arduo y florecer a menudo, extrañará los días sin flor y sabrá que esos días también son hermosos.
Este escrito aplica solo para las ornamentales. De las angiospermas hablaremos después.
ALJR
Con Cariño en el octavo cumpleaños de Anahata, gracias por ser parte de esta construcción espiritual.
A mi amado maestro MCKS Gracias por sus invaluables bendiciones.
Revisión de texto: Gloria Vega, Guido Tamayo
@anahatapranico
Gracias por compartir, me gusta la forma de percibir la existencia. Esperaré con gusto el artículo de las angiospermas