No se van, nos dejan su legado

Anlly Li Jaime

noviembre 19, 2021

Instructora y Sanadora Pránica

Las personas no se van, se quedan en las risas, en los juegos, en los buenos momentos; en los amaneceres gloriosos, en las calles andadas, en los rituales de la rutina.  

Abandonan su cuerpo, cual crisálida, solo para alzar el vuelo, para dejarse guiar por otros vientos, con la levedad de sus alas: 

Alza el vuelo.  No se detiene a causa de la tierra, ni de la planta, ni del agua; ahora habita el viento, el aire, la brisa, su levedad la hace bailotear. Dulce, llena de gracia, detiene brevemente su vuelo, para sentir a la flor, el césped, la tierra, el tronco, la hoja, la rama; se posa sobre ellos como homenaje a su servicio, a su amistad, parece sonreírles antes de partir. Ellos sienten agradecidos sus delicadas patitas o el roce de sus alas, pero el viento la acosa sutilmente, un nuevo ciclo se abre, es hora de partir.

Ella abandona su cuerpo sin tristeza, se ha preparado, (a veces consciente, a veces no) se ha despedido del césped, del tronco, del esfuerzo de su paso, de la hoja, del rocío. Ellos saben que la nutrieron de tantas formas y fueron parte de su camino. Ninguno la detiene, la naturaleza tiene la maestría del amor, todos saben que es necesario permitir que el ciclo termine, ella debe alzar el vuelo. 

Avanza a su lugar de tránsito, la última morada, ella la eligió desde antes del tiempo. Ya que sabe que nada sucede por azar, se enrumba hacia su destino, avanza hacia él con aceptación, sin temor al futuro, sin prisa, parece que todos llegamos a tiempo a esa cita.

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